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"Es la mundanidad humana la que salvará a los hombres de los peligros de la naturaleza del hombre"
Hannah Arendt

19 junio, 2014

La Consulta Educativa: El pluralismo democrático frente al fascismo del PSUV

JOSÉ MANUEL BOLÍVAR 


El pasado mes de marzo el Ministro de Educación Hector Rodríguez llamó, en un bien recibido tono reflexivo y abierto, a una consulta nacional para la “calidad educativa" cuyo objetivo definió como la reforma del sistema educativo venezolano dentro de un marco de pluralidad y respeto a la libertad de pensamiento. Allí participaría la población, incluidos docentes, representantes y alumnos a través de encuestas de preguntas abiertas realizadas en y por los centros educativos, así como a través de congresos municipales y estatales donde expondrían investigadores y docentes del sector educativo propuestas para integrar a la discusión.
Los días 5 y 6 de Junio se realizó el Congreso Estatal, específicamente en Carabobo, en la Aldea Teniente Coronel Hugo Chávez. Aquí les recuento mi participación como ponente en este evento de la propuesta “Emprendimiento: Educación para el Trabajo Libre y Liberador”:

Jueves 5 de Junio
Asistí al Congreso Estadal Pedagógico en Carabobo para la Reforma Educativa en nuestra convicción de no abandonar ningún espacio y difundir nuestras propuestas democráticas en todos los rincones posibles, particularmente donde nos escuchen los docentes venezolanos.

 Los discursos iniciales de las autoridades educativas regionales, la representante de la gobernación (el gobernador Ameliach estaba programado para dar el discurso inaugural, pero para él y su secretario de educación el evento no mereció su presencia) y el representante del rimbombante Centro Internacional Miranda fueron predeciblemente llenos de odas a su comandante supremo, con consignas revolucionarias, entonaciones de Patria, llamados a la colectivización del trabajo (“!todos somos supervisores!”) y a olvidarse de retribuciones económicas por el trabajo docente (“!en socialismo el trabajo es por el bien común!”).
Es increíble la incapacidad de estas figuras de distinguir entre un acto del PSUV, un acto de gobierno y un acto de Estado. 

Afortunadamente, luego de tantas palabras vacías y un maestro de ceremonia verdaderamente alienado de la realidad del país, la fase de las presentaciones en las mesas de trabajo me sorprendió por ver lo que verdaderamente anima a los docentes ponentes en este congreso:

 de los 75 trabajos presentados sólo uno, el mío, es de colegios privados; de los trabajos presentados por los docentes del sector público, una gran mayoría viene de los trabajos de maestría y doctorado que realizan en la UNEFA. Eso explica el gran volumen de propuestas listas para ser expuestas.
Creo que allí hay una gran reflexión que hacer de nuestro lado. ¿Qué se produce en las universidades en cuanto a políticas publicas?, ¿dónde están los trabajos de los profesores universitarios, o de los colegios privados? Desierto... Lo sé, hay desconfianza de que esto sea un parapeto, se asegura que el gobierno va a hacer igual lo que les de la gana, pero ¿nadie se quiere hacer escuchar?, ¿nadie quiere argumentarle a los chavistas defraudados las verdades del sistema educativo? Preguntas para reflexionar.
 Lo mas significativo fue que todas las presentaciones de hoy en mi mesa tenían un vínculo estrecho con soluciones para problemas de la comunidad: tiempo de ocio de los estudiantes, violencia escolar, carencias de infraestructura, desinterés de los padres de familia en el proceso educativo, el impacto de una escuela rural en el rio del pueblo que se secó, uso más efectivo de las Canaimitas, dada la inexperiencias de los docentes. La verdad es que en esencia no tenían ningún contenido ideológico como tal. Lo que sí revelaron es la montaña de graves problemas que aquejan a las escuela públicas; y lo que también es verdad, es que los 3 ponentes hablaron de "mi comandante supremo Hugo Chavez" como el alpha y el omega de sus vidas.
La conexión emocional con el caudillo es muy poderosa (sembrada en el subconsciente venezolano por el déficit del sistema educativo desde hace 120 años). Más no es así con lo "ideológico" de su revolución, la cosa es personal. Eso es buenas noticias porque en el panorama inmediato del PSUV lo que hay es personajes sin carisma y sin ideas. 

Mañana expongo yo. Ya hoy en la fase de debate le di a la mesa una idea de por donde vienen mis propuestas. Rápidamente dos colegas me expresaron en voz baja lo patético que les parecía un Plan de la Patria que pretende "salvar el planeta" cuando en Valencia nos estamos bañando en nuestras propias aguas negras. Serán mi apoyo mañana cuando simplemente proponga que en las escuelas del país se respete la Constitución.

Viernes 6 de Junio
Hoy asistí como ponente (el único de los 75 ponentes que representaba a colegios privados) al segundo día del Congreso Estadal Pedagógico para la Reforma Educativa convencido de la necesidad de ocupar cada centímetro de espacio posible con nuestra propuesta educativa para una Venezuela democrática.

 Después de un primer día donde más allá de los discursos "socialistas" vacíos de la apertura, las propuestas de los docentes se centraban en darle solución a problemas de sus comunidades escolares sin mayores componente partidistas, llegué acompañado con dos valientes colegas de mi colegio a la Aldea Teniente Coronel Hugo Chávez (la invadida y expropiada sede de Fetracarabobo), con la esperanza de encontrar el mismo respeto que con esfuerzo habían logrado medio mantener las autoridades de la Zona Educativa en su rol de organizadores el día anterior.
La jornada empezó con el mismo guión que el día anterior por el maestro de ceremonia: Gloria a Chávez y a Dios (en ese orden), Himno Nacional, linda Barinas, Patria (qué bonita es la canción por cierto, ojalá fuera de todos) y al final alguien que grita desde atrás "Chavez vive" y quizás un tercio de las 500 personas presentes respondiendo la consigna obligada.

 Luego le tocó la intervención al jefe de municipio escolar. Muy profesional, con una autocrítica sincera: 1) "tenemos 70 mil docentes trabajando de manera interina", 2) "los supervisores actúan como si pudieran hacer los que le da la gana, el que dirige es el director!",  y 3) "400 mil alumnos abandonan la escuela en el 1er año". Era un chavista comprometido, con algunos desaciertos, es verdad, pero un chavista que en 2014 usa a Uslar, a Cárdenas y a Beltrán Prieto como referencias educativas es un chavista con el que queremos trabajar en conjunto por Venezuela.
Hasta aquí íbamos bien.

 Lo que sucedió después fue una transformación vertiginosa al acto más fascista, persecutorio, ofensivo y denigrante de la dignidad docente al que jamás he asistido:

 un autoproclamado ministro de Cristo y de Chávez se montó en la tarima anunciando que hace un año había tenido una "relevación" y que había escrito un joropo llamado "Chávez Vive". Poco original la canción, pero efectiva en comunicar que aquí la adoración a su comandante supremo era sagrada y obligada. Lo contrario es sacrilegio. En este momento la sangre de mis colegas y la mía debió haber llegado a unos 80 grados, y todo parecía que nuestro próximo paso era salirnos indignados. Las ganas de hacernos escuchar antes de irnos de una manera u otra nos lo impidió.


Luego vino lo que convirtió al acto en lo que el cualquier país democrático sería considerado como algo criminal. Dos diputadas por el PSUV del Consejo Legislativo del Estado Carabobo, hicieron aparición con dos horas de retraso (llegaron a las 11 am, y las mesas de trabajo estaban pautadas para arrancar a las 9:30 am) y le arrebataron a las autoridades de la Zona Educativa el evento y cualquier vestigio de formalidad. En su discurso, absolutamente contrario a la palabra ofrecida por el Ministro Rodríguez sobre el proceso de “consulta educativa”, establecieron al chavismo como la única alternativa válida para la educación venezolana, ofendieron y llamaron apátridas y golpistas frente a 500 docentes a todo el que no apoyará a la revolución.
Para dejar claro que no tienen vergüenza alguna, proclamaron haber creado una nueva conciencia en la que el venezolano "ya no compra nada importado ni made in USA", y por último, al ver que muy pocos asistentes respondían a las repetidas consignas chavistas, hicieron parar a todos los presentes para aplaudir a Chávez durante un minuto. Coerción total a los empleados públicos que se negaban a vitorearla. Fascismo puro. Ese fue el rol del CLEC: humillar a los docentes presentes obligándolos a adorar a su semi-dios antes de entrar al debate educativo para el cual habían sido citados.

 Mi reclamo fuerte e inmediato frente a las 4 autoridades educativas del Estado organizadoras del evento solo sirvieron para darme cuenta que compartían mi opinión con respecto a la actuación de las diputadas del PSUV al disculparse por lo ocurrido. Me dijeron: "es difícil para nosotros controlarlas cuando agarran el micrófono", "hay gente que no se ubica donde está cuando habla", "hay locos de los dos lados", "¿verdad que el tono del día de ayer fue distinto?".  Argumentaron además que los dirigentes chavistas están supremamente preocupados por la pérdida de apoyo popular, por eso los obligan a pararse por un minuto para subyugarlos ante su resistencia.


En cuanto a mi ponencia, fue muy bien recibida, pienso que hay mucha apertura y aceptación de los chavistas de base para ideas nuevas, siempre y cuando se les respete y se les valore. Soy testigo directo de la apertura de algunos dirigentes chavistas que tienen claro que “el proceso” está en un declive político inexorable y que en algún momento tendrán que negociar. Sin embargo, sus directrices son neutralizadas fácilmente por los radicales de todos los niveles.
Ante esto, es evidente el rechazo general al liderazgo actual del PSUV, una burocracia perdida y desconectada del pueblo al morir Chávez. También se notó la necesidad de desarrollar un minucioso lenguaje social que nos conecte con las metas que compartimos: mejoras económicas y sociales a los docentes, reducción de la violencia escolar, respeto y valoración de los docentes por parte de las comunidades, servicios básicos en las escuelas y seguridad en la alimentación. Solo así construiremos esa Venezuela post-revolucionaria en la que se hagan realidad las promesas de que todos podamos vivir en plenitud social e individual.

José Manuel Bolívar
Doctor en Liderazgo Educativo
Directivo del I.E. Juan XXIII
Representante de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (ANDIEP)

09 junio, 2014

Una pedagogía del dolor II: El poder de una trans-política


JUAN CRISTÓBAL CASTRO


                                                                                                  El cuerpo es el ser de la existencia

                                                                                                                   Jean-Luc Nancy


I

No pueden entenderse estos actos de tortura, sin tomarse en cuenta que son consecuencia de un entramado complejo de dispositivos discursivos y técnicos, de lenguajes, gestos, imaginarios y acciones. Un entramado que a lo largo de quince años logró un proceso de despojamiento previo, que en cierta medida creó las condiciones para justificar el castigo del verdugo torturador.


Las últimas palabras que dejó la estudiante muerta de un disparo, Génesis García, fueron las siguientes: “Estoy cansada de estar ‘por lo menos’ viva”. Algo profundamente descorazonador, pero real, si tomamos en cuenta las realidades que ha ido viviendo la gente en un país con una alta tasa de homicidio, con una gran crisis en abastecimiento y un problema de inflación. En una marcha reciente salió una pancarta que decía: "Nos quitaron tantas cosas, que hasta el miedo lo perdimos". Y otra, también cercana a los hechos, fue mucha más clara en este aspecto: “El pueblo pierde el miedo a la muerte cuando ‘cuesta’ demasiado vivir”.


Esa idea de despojamiento marca un signo (y un sino) evidente en estos sujetos que decidieron revelarse de esta situación, corriendo el riesgo de sacrificar sus vidas y sus cuerpos, puesto que ellos, estando como estaban, ya se sentían perdidos; las condiciones en las que vivían los hacía verse disminuidos, apocados, impotentes, dependientes, amenazados.


Perder esperanza de mejoría, tal como le he sucedido de una manera dramática a un sector de los venezolanos en los últimos años del chavismo, significa alienarse, dejar de gozar de derechos de diversas índole, derechos que todo ciudadano puede gozar. Pero ese vaciamiento también es producto de diversas operaciones gubernamentales y discursivas, que logran en conjunción una pérdida de dignidad gradual, de fuerza e impulso, de realización personal.


Lo curioso es que el desdén para mejorar las condiciones de estos sujetos y comunidades, no es sino un síntoma de una realidad que se ha creado que en cierta medida justifica de antemano el castigo. Dicho de otro modo, al evidenciar que estos habitantes venezolanos son considerados sólo como simples seres vivientes, no como personas con dignidad, ilusiones, derechos, ganas, potencia (y además promover que se miren de esa manera), ya están mostrando signos que hacen claro la posible violencia de actos como el asesinato o tortura.


Quiero detenerme a explicar con cuidado este punto, pero antes se me hace necesario aclarar mejor la noción de corporalidad que uso, pues no se trata de un simple apéndice de una esencia espiritual, tan común en nuestro lenguaje cotidiano. No me refiero al cuerpo como una suerte de cáscara que contiene una entidad racional, sino lo veo como un lugar imbricado por distintas fuerzas físicas y culturales; un lugar que ocupa varios planos.


II

Cuando pienso lo humano y su instancia corporal me interesa pensarlo entonces fuera de esa dicotomía que ha tratado de imponer una barrera insondable entre el cuerpo y el alma. Dicotomía cuyos presupuestos metafísicos tanto han delimitado la dimensión de la corporalidad viéndola como un simple medio para un telos trascendental, como prodiga toda una tradición del humanismo revolucionario cara al chavismo, que se inscribe en una tradición humanística formativa y estética extremando el carácter liberador y emancipador desde su dimensión social. Sólo así creo percibir las premisas a partir de las cuales se han impuesto muchas de las violencias recientes en contra de estudiantes y en contra de disidentes.

Como se puede entrever, me ha interesado ver esta dimensión de la corporalidad en lo humano, siguiendo algunas de las reflexiones de los filósofos Jean Luc-Nancy o de Michel Serres, quienes lo contemplan como un lugar de extrema singularidad que no sigue las abstracciones simplificadoras que lo definen y controlan y en el que reside lo más importante del sujeto viviente. Además, se define no sólo por su marco físico, sino por su misma potencialidad. “Mi cuerpo y nuestra especie existen menos en lo real concreto que ‘en potencia’ o virtualidad” y por ende esta realidad “se opone a todo poder” (64), dice Serres.

Cuando he hablado de él como algo en donde se está, no me refería a un lugar estático, inamovible, fijo, sino por el contrario me refería a algo dinámico, movible e incluso inesperado, que se moldea frente a las diferentes prácticas cotidianas que llevamos a cabo y las tecnologías que usamos. “Nuestro cuerpo intercambia, se mueve”, expresa Serres. La metáfora del hogar residía entonces menos en un territorio fijo, una especie de fuerte que resiste los embates del entorno, que en una posibilidad de convivir, no sin ciertas contradicciones y tensiones (algunas de ellas muy productivas), con el ambiente natural y cultural que nos rodea.

El cuerpo tiene, a mi modo de ver, tres dimensiones. La primera es la representación que tenemos de él, es decir, lo que nosotros creemos y pensamos sobre él a partir de nuestras interacciones con el medio social y físico, con las demandas e interpelaciones de los discursos y rituales de la sociedad que nos piden cierto grado de coherencia y sentido. La segunda es la misma carnalidad, el componente material, físico, de nuestros órganos (músculos, venas, arterias, piel), que movemos y exponemos todo el tiempo frente a nuestro entorno. La tercera es la región de los afectos y sentimientos, el refugio de nuestro tejido sensible en su carácter psicológico, emocional.

Las tres dimensiones están relacionadas. El dolor físico puede ser producto de causas culturales; por ejemplo, una mujer occidental no tiene reparos en ponerse tacones, mientras que para alguna persona de una tribu puede ser algo muy doloroso. También hacerse tatuajes para muchos puede ser valeroso o estético, dependiendo en qué cultura se esté. Jean Luc-Nancy restituye ciertas categorías metafísicas para pensar la forma como se articulan estas dimensiones del cuerpo. Así para él, el alma es “la forma del cuerpo” (27) y su movimiento, y el espíritu es la “fuerza que la produce” (27). De igual manera la relación espíritu-cuerpo está dada en el hecho de que el segundo expresa al primero; de él brota el mismo espíritu.

Aclarado lo anterior, es bueno volver entonces a nuestra pregunta: ¿cómo se dio las condiciones de orfandad que, por un lado, hicieron que muchas de las víctimas se expusieran a las violencias que vivieron y, por otro lado, crearon las condiciones para su inmerecido castigo?

La respuesta está vinculada con el cuerpo y la vida, con algunos de los ámbitos que conforman. Introduzco otra digresión para explicar este aspecto y más adelante vuelvo sobre la pregunta.


III

Para los griegos la palabra “vida” significaba dos cosas: “bíos” que quería decir vida como individuo integrado en una colectividad, que ocupa la primera dimensión de la que he hablado antes, y “zoe” que era la simple vida biológica o natural, sin implicar valores, creencias. En Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida, el filósofo Giorgio Agamben se vale de esa distinción para mostrar cómo en la modernidad, y bajo el concepto de “soberanía”, ambas se confundieron. Para ello se sirve de la noción foucaultiana de “biopolítica”: “la vida natural empieza a ser incluida (…) en los mecanismos y cálculos del poder estatal” (11).

Es claro entonces que el reclamo que vemos en estas personas que salieron a protestar era que se sentían ya sólo como “zoe”, habiendo perdido su “bios”. Pero creo que el problema es mayor, porque en el fondo al mostrar su descontento de forma pública cruzaron una línea que hizo palpable lo que el mismo Agamben llamó, siguiendo a Benjamin, como “nuda vida”. Para el filósofo italiano la soberanía moderna se configura preservando un elemento residual del orden pre-moderno que es lo que él llama el “homo sacer”, que significa “la vida insacrificable y a la que, sin embargo, puede darse muerte” (108).

Se trata de un giro doble y contradictorio que se da al mismo tiempo. El soberano en estas fechas se erige así sacralizando la vida humana, al mismo tiempo que promueve su posibilidad de darle muerte. “La sacralidad de la vida, que hoy se pretende hacer valer frente al poder soberano como un derecho humano fundamental en todos los sentidos, expresa, por el contrario, en su propio origen la sujeción de la vida a un poder de muerte” (109).

La indistinción entre el “zoe” y el “bios” que habla Agamben en el concepto moderno de soberanía, se da en dos niveles en Venezuela. Dos vías en apariencia contradictorias que se desarrollaron en una ecuación perversa que no suma sino resta bajo un terrible esquema de chantaje.

Por un lado, está la sustitución del “zoe” por el “bios”, siguiendo la prédica socialista. De esta forma, vemos cómo ciertos derechos sociales para obtener una vida biológica más digna (misiones en barrios, acceso a comidas con el Mercal), implicó a su vez y necesariamente sacrificar algunos derechos políticos (libertad de conciencia regulada por el llamado “apartheid” de las listas, libertad de información con el secuestro de los medios públicos y con las limitaciones legales de los privados, la autocensura y la compra de conciencias).

Pero, en otro escenario, se trabajó el esquema inverso: la sustitución del “bio” por el “zoe”. Así, para reivindicar al “sujeto pobre” desde el discurso bolivariano y anti-capitalista, se acusó a otro sujeto (el neoliberal, burgués) y se desdeñaron diversas políticas públicas más efectivas y modernas, como el mejorar el sistema de salud de hospitales y clínicas, como subir el nivel de la educación, como el atacar la inseguridad, por seguir el modelo de quienes acusaban. Ello trajo como consecuencia que el “derecho a la vida” en un momento de gran auge petrolero entrara en una grave fase de crisis, ya no desde las visión de la exclusión social que nos aporta el marxismo tradicional, sino por el lado de la escasez el miedo o la falta de oportunidades; y esto fue lo que precisamente movilizó a gente como Génesis García.

Agamben insiste que es en la raíz misma de la constitución de la soberanía moderna donde se dan las bases potenciales para decidir sobre la vida humana, cuyo epítome más radical y representativo es el campo de concentración. Si soberano, siguiendo el concepto de “estado de excepción” de Schmitt, es aquello que está dentro y fuera del derecho, que “suspende la ley”, entonces puede decidir sobre lo que Benjamin llamó “nuda vida”, es decir, la vida expuesta y desnuda.

Chávez llegó al poder con un discurso sacralizador de la pobreza y de la “vida” humana. Restituyó la soberanía nacional erigiendo una nueva constitución y cambiando todo el sistema institucional. Bajo distintos recursos simbólicos, mediáticos, fue convirtiéndose en el “pueblo” y con ello fue desactivando el poder autónomo de la ley que pretendía erigir al convertirse él mismo en el poder instituyente hecho acto; por eso se daba el lujo de llamar a la misma constitución que creó como “la bicha” y por eso mismo pudo él solo violarla.

Me parece importante insistir en el último punto. Chávez, gracias a diversas operaciones de transubstanciación como soberano, pudo desde la voz legítima de las reivindicaciones sociales que promovía, suspender el derecho del poder instituido en una suerte de estado de excepción, no como momento único y radical, sino como espacio progresivo y discontinuo; en los medios gobernaba y podía acusar a la gente, que después eran citados a declarar o incluso llevados a prisión; sus decisiones no se discutían en su círculo de adeptos y seguidores, y en cada intervención se nos educaba a admirarlo de forma entusiasta y acrítica.

Eso no sólo significó gobernar mediáticamente, tal como hizo, sino intervenir sobre la “vida” de algunos. Además implicó suspender el “bios” de muchos para potencialmente decidir incluso sobre su “zoe”, tal como vemos en los recientes episodios vividos de asesinatos, represiones y, por supuesto, torturas; todos ellos son producto de esa realidad, que si bien cuenta ahora con Maduro como protagonista, no deja de ser consecuencia del estilo chavista y su modelo de gobernabilidad.

La “biopolítica” de Foucault, que usa Agamben, debe ser así pensada con cuidado en la situación venezolana. Como muchos teóricos han mostrado, es una noción que privilegia los contextos de Estados Unidos y los países centrales de Europa (Alemania, Francia, Inglaterra), estableciendo un corte histórico radical entre el ejercicio del poder instaurado por la soberanía, y el ejercicio del poder que buscaba normalizar sus poblaciones[1].

Creo que en zonas periféricas y países poscoloniales como el venezolano, se dio un proceso más híbrido, que no hay que dejar de lado por tratarse de lugares marginados del patrón “hegemónico”. Agamben, como dije antes, propone repensar ese corte y verlo más bien como una nueva forma de soberanía. Sin embargo, sigue el patrón eurocéntrico al centrarlo exclusivamente con el desarrollo del liberalismo y en el control de los cuerpos desde la biología y la medicina[2]. Ya estudios como los de Achille Mbembe con su Necropolítica, o el de Sergei Prosorov con el texto “The Biopolitics of Stalinism: Ideas and Bodies in Soviet Governmentality”, nos proponen otras vías para usar esa noción de Foucault en otros contextos, ya no pensándolas sólo desde el biologismo sino desde diversas prácticas humanas y sociales.

Incluso si nos vamos a la genealogía del concepto, el mismo Roberto Esposito en su libro Bíos: Biopolítica y filosofía (2004) nos sugiere que el primer uso del término antes que Foucault ya tenía diversos matices. Este uso por parte del sueco Rudolph Kjellen si bien tiene un componente altamente vitalista, viendo al Estado no como un sujeto de derecho, sino como un “un conjunto integrado de hombres que se comportan como un único individuo espiritual y corpóreo a la vez” (28), no acentúa tanto el carácter biológico y eugenésico.

Tomando en cuenta estas consideraciones, creo que se hace necesario, como he venido hablando antes, pensar la peculiar “biopolítica” que ha llevado a cabo el chavismo como forma de poder. Para ello veo fundamental considerar dos momentos en su gobierno, que a su vez tienen que ver con dos tradiciones y lenguajes políticos. El primero es el republicanismo bolivariano, desde su peculiar apropiación militarista y clientelar (1999-2005), y el segundo es el socialismo, considerando su diálogo y mezcla con residuos de la tradición castrista, la crítica (¿des?)colonial latinoamericana y el marxismo (2005-2011). El poder interviene sobre los cuerpos, siguiendo estas tradiciones, a través de un discurso redentor, mesiánico.

Algunos críticos venezolanos, entre ellos Colette Capriles y la gente que redactó el informe Hospedales, han identificado el biopoder chavista, pero los trabajos de Paula Vásquez han mostrado cómo se arma éste a partir de la idea de “dignificación”[3]. En sus estudios sobre la tragedia en Vargas pudo evidenciar la lógica a partir de la cual el chavismo desarrollaría todo su andamiaje técnico y discursivo para incidir en las formas de vida de los venezolanos. Así notó cómo éste usó la actuación militar como medio de redención social, y a su vez se valió de los discursos de la compasión para interpelar al ciudadano.

El “Plan Bolívar 2000”, propio del primer período, y las distintas “misiones” que surgieron poco después para consolidarse en el segundo (revelando ambos formas de intervención militar en la vida civil desde una visión salvacionista), se dio como una restitución trascendental de la “bios” de sujetos que apenas eran “zoe” (los pobres)[4]. Lo paradójico es que ese acto de restitución política se impuso como un trabajo trascendental en un contrato simbólico bien particular en el que el líder se sacrifica por el “pueblo” ofreciéndoles el “don” de tener vida digna, a cambio de que ellos mismos se sacrifiquen por él, siguiéndolo ciegamente para resarcir la deuda.

Por ello la forma de biopolítica del chavismo se configuró como una suerte de “transpolítica”. Se espiritualizó el “bíos” (la política se hizo metafísica) para ver con desdén el “zoe”.

El lado oscuro de esto se dio con igual determinación. Se crearon instituciones para-estatales que también permitieron, a partir de desarrollo de listados y “colectivos”, un control de la población, especialmente la pobre.

Esta nueva forma de soberanía que erigió una gobernabilidad rentística, que se movía entre “mercales” y listas, entre planes sociales y formas de control con grupos parapoliciales y espionaje, fue a su vez trazando los límites de sus “enemigos” y creando mecanismos de exclusión. A su vez, y no hay que olvidarlo, fue contraponiéndose radicalmente frente a otras formas de biopolítica como las que encarnan las políticas públicas de la seguridad, de la salubridad, erigiendo un discurso profundamente resistente a la lógica de la productividad y de lo que Pierre Rosanvallon llamó como “contrademocracia”.


IV

Pensemos bien en este lado oscuro, sobre todo en los últimos años. Como dije, dichas operaciones rentísticas, se dieron junto al desarrollo de unas técnicas de control y vigilancia poblacional, importadas de Cuba y su modelo totalitario, que bien evidencia una dimensión de esta bio-política algo tenebrosa y triste, sin lugar a dudas. Todavía falta mucho para hacer enteramente visible la manera como trabaja, pero ya hay algunas evidencias muy claras.

Para muchos venezolanos es innegable ver la presencia de castristas en lugares muy sospechosos e importantes. Si bien algunos inicialmente aplaudieron su llegada al país por su ayuda en los barrios, en el deporte y en otros espacios, no dejaron de ver con cierto resquemor su intervención en algunos cuerpos de seguridad, en las notarías y servicios de distinta índole.

Como muestra la reconocida periodista Cristina Marcano en “Las relaciones desmedidas”, publicado en El País, los cubanos “manejan el sistema de identificación de los venezolanos, sus cédulas de identidad y pasaportes; sus registros mercantiles y notarías públicas”. Por eso saben muy bien “qué propiedades tienen y qué transacciones hacen”, cosa que también les permite controlar a los mismos chavistas que se están enriqueciendo ilícitamente a veces a través de chantajes o claramente bajo amenazas. De igual modo “codirigen puertos y tienen presencia en aeropuertos y puntos de control migratorio, donde actúan a sus anchas”, haciendo seguimiento de las personas que consideran importantes para sus fines estratégicos.

Pero no satisfecho con ello, usan muy bien el sistema de cedulación y de extranjería. “La firma cubana Albet, SA, de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), que maneja los sistemas del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), tiene tanto poder que no permite el acceso de venezolanos al último piso de la sede central del servicio en Caracas”, explica la periodista. Desde luego que con ello saben muy bien cómo es el universo de votantes, contribuyendo en el desarrollo de unos de los dispositivos más efectivos de control electoral, si lo vinculamos con la investigación que ha venido desarrollando el grupo de periodistas C. Carquez, F. Von Bergen, A. Rivera, y M. Victoria Fermín para El Nacional.

En dicho trabajo se evidenció cómo el Frente Francisco Miranda, organización de jóvenes formados en Cuba, que posee “22.000 miembros, organizados en una estructura de escuadras dirigida por estados mayores municipales, regionales y nacionales” y que recibió “230 millones de dólares de financiamiento gracias a créditos adicionales solicitados por esos dos despachos a la Asamblea Nacional”, se ha encargado de desarrollar, junto con otros actores, toda una operación para ganar votantes a diestras y siniestras, de una manera jamás vista en Venezuela:

Manejan sistemas informáticos y de telecomunicación para movilizar electores en tiempo real a puntos donde lo requieran; identifican y registran votantes en más de 180 parroquias y 3.700 centros de votación priorizados; cruzan la data de las misiones sociales con el Registro Electoral para garantizar la presencia de los beneficiarios en las urnas; envían militantes como testigos y miembros de mesa a colegios electorales clave; forman agitadores políticos en comunidades populares, y desarrollan contactos y coordinaciones con otras instituciones clave del Estado, entre las que está el Consejo Nacional Electoral.

Todo este aparato también sirve para saber “la inclinación política de las personas en las colas y si votaron por la opción roja -color del partido oficial- o por la azul -opositora-”. A ello se suma las experiencias con las listas Tascón y Maisanta para tener un cuadro de control muy eficaz. De modo que estamos hablando de una maquinaria muy fuerte y eficiente al menos en ese aspecto, que se suma a otras operaciones de clientelismo: uso de la publicidad en instituciones públicas y medios de comunicación tanto privados como públicos, restricción de los partidos opositores para usar fondos del Estado, amenazas, inhabilitaciones y descalificaciones a los líderes político que vean como potenciales contrincantes, entre otras cosas.

Pero la periodista Marcano insiste sobre el papel de los actores cubanos: “Tienen gente en el ejército y también en cargos muy importantes del Estado, que permite atravesar muy bien el tejido institucional para saber lo que se está haciendo”. El abanico hoy en día es amplio y por eso aterrador: “burócratas, médicos, enfermeras, odontólogos, científicos, maestros, informáticos, analistas, técnicos agrícolas, de electricidad, obreros y cooperantes culturales”. Sirven para reportar sobre lo que viene sucediendo en esas instancias, llevando a cabo actos importantes de delación, importando la terrible institución del “sapeo” no sólo con cubanos sino lamentablemente también con venezolanos que han ido aprendiendo de ello; de hecho, en estos momentos quieren legalizarlo bajo la figura del “Patriota Cooperante”.

Por fortuna no son todos, muchos han desertado o han mostrado gestos innegables de compromiso y ayuda. Sin embargo, la gran mayoría no deja de trabajar para el Estado. “Aproximadamente el 70% de la población cubana forma parte de ese sistema de vigilancia y delación”, dice Cristina Marcano. En muchos de los twitters de los estudiantes y en otras vías se han mostrado el papel de delator de muchos individuos, eso que en la jerga popular se ha llamado “sapo”, cosa realmente terrible porque también ha predispuesto a la población a un odio nunca antes visto en Venezuela que puede tener implicaciones insospechadas.

Otras formas de control, que se desprende de las anteriores, están relacionadas con los colectivos. Si bien en algunos casos hay que reconocerles su trabajo de cooperación con las comunidades, también es bueno recordar que muchos se han presentado ejerciendo una función de coacción deliberada. Ya vimos cómo trabajan para el gobierno en la identificación política de los habitantes y en la movilización electoral. Dentro de las mismas comunidades, operan como sistemas de vigilancia; hay quienes sostienen que incluso cobran peaje a la gente del barrio y no dejan a muchas personas llegar a ciertas zonas sin su autorización.

Pero eso no es todo. Si eso ha sido dentro de las comunidades, fuera de ellas lo colectivos han aparecido, como bien hemos visto, fungiendo el rol de grupos para-militares que buscan generar zozobra a las personas que salen a marchar para evitar las protestas. Lo hicieron con el golpe del 13 de abril en un despliegue de gran movilización, y luego en muchas marchas y protestas puntuales. También han trabajado para prohibir a sectores opositores circular en las zonas pobres. Su papel en las marchas y protestas contra los estudiantes ha quedado más que comprobado.

De igual modo, aunque es muy difícil comprobar una intención deliberada del gobierno, los altos índices de inseguridad en el país les han servido como un dispositivo muy eficaz de control. La gente evita salir a protestar en las calles por miedo a ser víctima de un secuestro o asalto. También evitan reunirse para realizar encuentros fuera de sus trabajos y oficinas por temor a que les suceda algo.

Se controla así a los cuerpos restringiendo su circulación en el espacio público y vigilando sus movimientos en el privado. Sus convicciones son cercenadas, expuestas en muchos casos al luz cuando son inconvenientes o peligrosas, sembrando el pánico, la paranoia, la incertidumbre y la histeria en sus críticos a quienes se les permite en cierta medida ventilar algunas de sus incomodidades, siempre y cuando no tengan un poder de romper la cartografía política del poder, los límites que traza éste para sentirse seguro. Cuerpos cuyos deseos, intervenciones y acciones son cautelosamente administrados, dirigidos, encauzados, con el propósito de evitar peligros anti-revolucionarios. No es un aparato de dominio total, como en las dictaduras clásicas, pero sí un dispositivo eficaz de control.

Por suerte, hay que decirlo, la corrupción reinante en el país por el petróleo, así como la incomodidad de muchos de tener cubanos en el país rigiendo sus destinos y la presencia constante de grupos críticos del gobierno, ha hecho que en muchas ocasiones este aparataje no sea tan eficaz como se quiere, lo que no dice que al menos por ahora ha servido de mucho para que el gobierno siga en el poder. Eso no hay que desdeñarlo, porque hasta ahora sigue ahí, incólume.

Ahora bien, este control físico de la circulación de los cuerpos y de algunas de sus actividades, no podría darse con efectividad si no operara en conjunción con otro espacio, tan o más importante en esta era tan intervenida por las tecnologías y los massmedia. Me refiero a la dimensión mediática y simbólica de ese dispositivo. Aquí hay varias líneas que, si bien parecieran operar de manera muy distinta, terminan por encauzar con gran efectividad los sujetos hacia un objetivo común: la aceptación y diseminación del poder reinante.

Recordemos cómo se fue tomando el espectro mediático. Primero, con las cadenas presidenciales, que obligaron a todo el mundo desde radio y televisión a presenciar la figura presidencial cada vez que éste decidía intervenir en marchas, alocuciones, actos. Después, paulatinamente se fueron tomando medios privados, bien quitando concesiones o bien comprando a sus dueños, cercenando la crítica imponiendo espacios con un corte más servil y propagandístico.

Además nuevos programas como Aló Presidente, que salía todos los domingos, y después otros de corte más difamador (La Hojilla, Los papeles de Mandinga, El quiosco de Earle o Zurda Conducta) sirvieron no sólo para promover una participación más activa con la población, sino para descalificar sistemáticamente desde distintas instancias a los diversos sectores opositores, entre ellos por supuesto a los estudiantes. También en televisoras y programas de radio alternativo surgieron numerosos programas en los que se promueve una versión distorsionada de la historia y se fomenta la construcción de un enemigo común en una homología que busca fundir imperialismo, capitalismo, oposición y críticos del gobierno.

Desde ahí también se dio en el uso estratégico de las grabaciones ilegales. Recordemos cómo para la época en que era Vladimir Villegas presidente del canal ochjo se dejó transmitir una conversación privada entre Teodoro Petkoff y un gran analista petrolero para desprestigiar a la oposición y crear cizaña. La operación se ha dado con cierta constancia. A María Corina Machado la grabaron hablando críticamente de la MUD con el historiador Germán Carrera Damas, y en los recientes sucesos al exdiplomático Fernando Gerbasi lo mostraron hablando con el exalmirante Iván Carratú. También se han dado con las grabaciones en cámara escondida, tal como sucedió al dirigente de Primero Justicia Juan Carlos Caldera cuando recibió un pago por parte de un empresario chavista de importancia.

Con ello inventaban relatos conspirativos y descalificaban a los líderes opositores. Pero también sembraban el miedo y la inhibición al explicitar el hecho de que estaban grabando y espiando a todos los críticos opositores, una manera para inhibirlos, contenerlos amenazarlos, coaccionarlos.

Esa intervención sobre el espacio virtual, que incide sobre el real de maneras insospechadas y disímiles, se da junto a políticas discursivas muy puntuales: relación amigo y enemigo, alabanza al líder, planes conspirativos. El lenguaje mismo se ha ido contaminando bajo usos sistemáticos del insulto y descalificación. Los adjetivos más usados por Chávez y todo su aparato mediático son reveladores. Si “apátrida”, “pitiyanqui”, “imperialista” los despoja de su condición territorial, el uso de términos como “burgueses” y “oligarcas” les da una connotación de culpa ideológica, de satanización social, que junto a palabras como “golpista” y “fascista” los llevan al terreno de la ilegalidad y la amenaza fóbica. Peor aún son los adjetivos de “majunche”, “cochino”, “escuálido”, o “frijolito” que terminan de deshumanizarlos; no deja de ser perturbador el hecho que esos mismos calificativos fueron los usados por los torturadores en muchas de sus víctimas, según muestra algunos de los informe realizados por la comisión de derechos humanos.

Si antes a los cuerpos se les controla en su circulación, vigilando sus pasos y sancionando ciertas prácticas y movimientos, ahora se les interviene desde su imaginación, acusándolos, infundiéndoles miedo, interpelándolos dogmáticamente, amenazándolos, pero sobre todo estigmatizándolos. La reflexión crítica, la toma de postura política, quedan descalificados de antemano.

Los estudiantes salieron a la calle evidenciando parte de estos dispositivos, rebelándose y por ello cometiendo un acto “profanador” (anti-revolucionario). Luego, en la manera como el gobierno reaccionó, se hicieron más en evidente estas operaciones que ya estaban funcionando con efectividad dentro del país y que muchos no quisieron ver por conveniencia.

Cumplieron un terrible papel: desde sus vidas y sus cuerpos desenmascararon el rostro oculto de una supuesta democracia “humanística”, e hicieron visible lo que tanto se ocultaba. Frente a las técnicas gubernamentales para controlar los cuerpos, e imponer un solo cuerpo nacional simbólico (un imaginario personalista), aparecieron sujetos que decidieron no hacerle el juego. Sus “carnes” violaron sus propósitos de transubstanciación y por eso ahora reciben el castigo por ello.


Bibliografía

Agamben, Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida. Valencia: Pretextos, 2013.

C. Carquez, F. Von Bergen, A. Rivera, y M. Victoria Fermín. “La millonaría inteligencia
artificial del chavismo. El Nacional 1 Diciembre 2013
http://www.el-nacional.com/siete_dias/millonaria-inteligencia-electoralchavismo_0_310169149.html

Esposito, Roberto. Bíos: Biopolítica y filosofía . Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2004.

Marcano, Cristina. “Las relaciones desmedidas”. El País 30 Marzo 2014.
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/28/actualidad/1396026665_272257.html

Nancy, Jean-Luc. 58 Indicios sobre el cuerpo. Buenos Aires: Edit. La Cebra, 2007.

Nancy, Jean-Luc. Corpus. Madrid: Arena Libros, 2010.

Prosorov, Sergei. http://paperroom.ipsa.org/papers/paper_10571.pdf

Serres, Michel. Variaciones sobre el cuerpo. México: Fondo de Cultura Económica, 2011.




[1] Sin embargo, el corte no es tan tajante. Como bien comprueba Esposito, hay una ambigüedad sobre la manera como Foucault piensa este cambio y destaca más bien lo que él señala como una “co-presencia”.
[2] Sergei Prosorov en este aspecto dice: “in this logic, the object of biopolitics must be expanded beyond the strictly biological understanding of life towards the entirety of human existence and its domain extended beyond the medico-social field of intervention, embracing the wider socio-economic terrain. What defines the specificity of biopolitics is the specific manner, in which power engages with life in its various senses and in various domains” (4)
[3] Ver: “Rituales de dignificación: moral y acción humanitaria en la política social de la revolución bolivariana venezolana” en Estudios (enero-junio 2008).
[4] Esto es algo parecido a lo que Prokoviev ve en el estalinismo y que se puede extrapolar a todo gobierno revolucionario: “Stalinism consists in the combination of governmental immanentism characteristic of all biopolitics with the quasi-messianic idea of revolutionary transcendence that seeks to abolish old forms of life and create new ones”. (4)