Amada Granado
10.12.11
Rumbo al aeropuerto Santiago
Mariño, en la isla de Margarita, iba conversando con José Gregorio, un
surfista, predicador y taxista, quien me hacía carreras. Al pasar por el frente
del Penitenciario de San Antonio, me dijo: “tengo un amigo que estuvo cinco
años en ese sitio, por narcotráfico, y estando preso se hizo evangélico. Ahora
está libre y siempre va a dar charlas religiosas a ese lugar”. Pero claro, ese
sitio es el ¡Venezuela’s Prison Paradise! Cómo olvidar ese video
reportaje del New York Times. De inmediato pude imaginarme a los presos en un
día vacacional, esos que se hacen eternos, nadando y chapoteando en la piscina
del Pran. Le pedí a José Gregorio el teléfono de su amigo ex convicto.
16.12.11
Me reuní en una panadería de
la Av. 4 de Mayo con Juan. Me contó sobre su antigua adicción por las drogas,
cómo se ganaba la vida traficando cuando en un fallo de cambio de Guardia
Nacional, sin previo aviso, lo capturaron con heroína en la maleta. Le dieron
condena de diez años pero, por buena conducta y entrega suprema al Evangelio,
se la redujeron a cinco bajo libertad condicional. Le conté de mi proyecto, mi
gran interés en pasar un día con los presos en la piscina del Pran y que la única
manera de lograrlo era con su ayuda.
24.12.11
Me puse una falda hasta los
tobillos y me recogí el cabello. Me encontré con Juan y su esposa en la entrada
del Penitenciario. Me propuse ser invisible pero no funcionó, los nervios no me
dejaron. Mi primera impresión fue la de estar en medio de un pequeño infierno
contenido: los malandros más poderosos armados, ni un solo guardia adentro,
todos apostados afuera para controlar a quienes entran y salen del penal. Mesas
de pool, altares, piscinas, una gallera, chivos, palmeras, armas, drogas,
niños y carpas de familiares por ser época de navidad. Muchos detenidos y
familiares desesperados porque Juan les echara una bendición. Entretanto, me
acerqué a la zona del Conejo, el gran Pran de la
cárcel, y uno de su séquito me preguntó por qué iba vestida así… (y es que
claro, no puedo aparentar algo que no soy, menos en ese mundo). Me dijeron que
pasara al rato, Conejo aún dormía. No aguanté. Ni los nervios ni el hambre me
lo permitieron. Por un momento pensé que me iba a desmayar. Y es que ese olor,
además. Me disculpé con Juan y su esposa. Me fui a mi casa.
30.12.11
Juan no pudo llegar. Entré
sola. Nuevamente alguien de la entrada me escoltó hasta la zona del Conejo,
pero me dijeron que regresara más tarde o mejor al día siguiente.
8.01.12
Rumbo a la cárcel el taxista
me preguntó si iba a visitar a alguien. Le conté que intentaba sacar un trabajo
y pensaba pedir un permiso. Me contó que muchas mujeres van solas,
profesionales, sin ser “de la mala vida”, con educación; se van a buscar hombres
allá adentro, porque son más salvajes en la cama. Al llegar al penal un guardia
me presentó a Reyes, uno de los porteros del Conejo. Cuando me acerqué guardó
su pistola en el pantalón. Me comenzó a interrogar, con esa mirada
acribilladora: cómo me llamo, qué hago, para quién trabajo. Al decirle que no
soy periodista sino fotógrafo y mi intención era sacar un proyecto artístico,
se relajó. Me explicó que el Pran no quiere saber nada de
periodistas, porque la gente del NY Times lo dejó muy mal parado con ese
reportaje. Le dije que mi único interés era mostrar lo que hizo con las
piscinas y le conté de mi proyecto Guaire. Caminamos,
fuimos a buscar al Conejo. El mismo retrato: presos jugando pool y música
de fondo. Su jefe no me pudo atender porque recibía otra visita. Reyes me
prometió que por ser su hombre de confianza conversaría con él sobre mi caso.
Me dio su número para que lo llamara y darme una respuesta, y comentó también
que lo más seguro era que, si me daba la autorización, él tendría que estar en todo
momento conmigo, supervisándome. En la noche me compré una nueva línea de
celular, llamé a Reyes y cuadramos la cita para el próximo miércoles, sólo que
más temprano de lo acostumbrado.
11.01.12
Mi amiga Nina me pasó a buscar
para llevarme hasta el penal y esperarme en la entrada. No pude ni llegar hasta
la cárcel. Le pedí que me llevara de vuelta a casa.
12.01.12
Me encontré con Juan en el Barco Museo que está ubicado en la entrada de
Parque el Agua. Me contó su experiencia con el Pran anterior,
el que estuvo durante su período en la cárcel. Habló de algunas violaciones a
visitantes, a modo de venganza entre pabellones. Estaba entrando ya en zona de
terror. Y comenzó el pánico.
19.01.12
Llamé a un periodista. Preferí
no profundizar en detalles sobre mi propósito en la cárcel. Me contó toda su
experiencia y ofreció acompañarme, ya que a él lo trataron muy bien. Quedamos
en reunirnos en Caracas.
23.01.12
Me reuní con el periodista en
Los Próceres. Llevó una cámara para mostrarme fotos que le tomó al Conejo en su
oficina/habitación junto a la Ministra Iris Varela. La misma foto que ha rodado
por las redes sociales: ambos abrazados y sentados en la cama del Pran.
28.01.12
Le compré un boleto ida y
vuelta el mismo día al periodista. Llegamos al mediodía a la cárcel. Tuvimos
que esperar alrededor de tres horas dentro. Un preso nos hizo de guía turístico
por toda la aldea. El logo del Conejo es el mismo que diseñó Art Paul para la
revista Playboy y está por todas las paredes del pabellón. Tuve incluso el
honor de conocer a su chef personal. El periodista siempre se presentó como
periodista de Últimas Noticias y amigo de la Ministra.
Unos hombres armados pasaron junto a nosotros y uno de ellos me amenazó con su
mirada retadora. Al rato entró un guardia, nos exigió en tono alarmante que
saliéramos antes de que algo malo nos sucediera. Al salir, vimos a un teniente
acompañado por unos diez guardias. Me reclamaron y me dijeron que si tenía que
pedir un permiso debía ser directamente al director del penal y no a un preso.
Que no regresara más. No querían nada con periodistas.
6.02.12
Después de darle muchas
vueltas llegué a la conclusión de que lo mejor sería explicar o aclarar que el
proyecto no iría en contra de ellos, así que fui a la cárcel con la única
intención de reunirme con el director. Lo esperé alrededor de dos horas en la
entrada. Cuando llegó me presenté. Le comenté mi gran interés por mostrar lo
que había hecho el Pran allí dentro. Asumí que había sido un gran error haber ido
con un periodista, pero que de todos modos su nota de prensa no era negativa.
Le insistí en que tratara de entender que quise llevarlo debido a mi
poca experiencia con el tema carcelario, que mi trabajo no les afectaría en lo
más mínimo, porque siempre me había interesado resaltar la calidad humana. Me
confesó entonces que, ese día que estuve en el penal con el periodista, fue el
mismo Pran quien lo llamó y le pidió que nos sacaran. Finalmente entendió mi
propuesta y me dio el número celular del Conejo. Me pidió que no le
dijera que me lo había dado
él. Quedamos en que lo llamaría a finales de la tarde. Me dio luz verde para
que llamara al Conejo y así lo hice. Finalmente hablé directamente con el Pran y le pedí
que entendiera que de verdad no era periodista y que mi trabajo no le iba a
afectar para nada. Me respondió: “ajá, ¿y cuándo vas a venir a tomar las
fotos?” Le pregunté si podía entrar con mi cámara y me dijo que le preguntara
al director. Llamé de nuevo al director y me dijo que hablara con Conejo. Me
dio a entender que hay cámaras que se cuelan, que si me las ingeniaba podía
trabajar con la de algún preso.
8.02.12
Nuevo día en el Penitenciario.
Busqué a Reyes. Me dijo lo mismo que la vez anterior: el Conejo estaba ocupado
recibiendo a una visita. De pronto, otro de sus luceros le dio una señal y me
dijo: “vamos, el Brother te va a recibir”.
Comenzamos a caminar y de pronto tenía a muchos hombres armados caminando
detrás de mí. Me asusté. Pregunté qué sucedía y se comenzaron a reír: “ah, es
que tienes miedo”. Salí corriendo. En la entrada otra vez los guardias: “¿qué
haces aquí?, ya te dijimos que no regresaras más, ¡vete!” Salí y en la entrada
principal de la calle me puse a llorar de pura frustración. Los siguientes días
estuve reflexionando en cuanto a la importancia de la calidad fotográfica de
este proyecto. De si era necesaria o no. Concluí que, a esas alturas, después
de tanta guerra de poder en la que me vi envuelta, si lograba que el Conejo o
alguno de sus hombres acabaran tomándome a mí una foto: habría ganado mi
batalla. Una turista invasora vista a través de sus ojos.
13.02.12
Llamé por teléfono al Conejo y
con su tono de capataz de hacienda me dijo: “yo te estaba esperando el otro día
en mi oficina, pero saliste corriendo. Ven el sábado que viene a las nueve de
la mañana y yo mismo te voy a buscar a la puerta”.
18.02.12
Los luceros me quisieron
asustar. Reyes me pidió que esperara un rato más. El Conejo nunca salió. A casa
nuevamente. Derrotada.
18.03.12
Hoy extrañamente Reyes me dio
una información que nunca me había dado: “el Brother tiene una segunda voz”. Su mano derecha, quien toma también decisiones. “Se
llama Rafael” -y me lo señaló. Esperé que
terminara de hablar por su
BlackBerry. Me le presenté. Me dijo que ya me había visto varias veces, incluso
en las que salía corriendo. Le conté lo mismo que al director. Me preguntó “¿y
que ganamos nosotros con todo esto? Obviamente la que gana eres tú”. Le dije
que claro que ganaban: “quedan bien ante todos los que están afuera de este
sitio, más aún después de la noticia del NY Times”. Le dije que lo pensaba
hacer con un equipo muy discreto y unas cámaras desechables. Me respondió: “si
nosotros lo aprobamos, le damos la orden al director y te dejarán pasar con las
cámaras”. Quedamos en que el sábado siguiente lo buscaría de nuevo y nos
sentaríamos para mostrarle imágenes de mi trabajo. Y entonces reconoció: “se ve
que eres muy insistente, no has dejado de intentarlo”.
25.03.12
Hoy fui a visitar a Rafael. Le
llevé dos fotos de Guaire y una foto que tomé de un rancho con una piscina,
visto desde metro cable. Me preguntó: “por qué insiste tanto en esa piscina, no
es nada nuevo, ya todo el mundo sabe que existen, es más, yo le tomo una foto
con mi celular y te la envío”. A todas estas yo estaba sentada junto a él y del
otro lado estaba sentado un preso que acariciaba la cabeza de su cachorro con
una mano mientras con la otra sostenía un arma. Completaban la escena niños que
revoloteaban alrededor en traje de baño y vendedores de chucherías. El sitio
iba tomando cada vez más un ambiente de club; y yo, progresivamente, me sentía
más relajada dentro deese escenario. Entonces le dije: “bueno, después de tanto
insistir, quiero tomar mis fotos y les juro que ya nunca más sabrán de mí”. A
lo que respondió: “Si haces algo malo, nosotros recordamos las caras”.
A los pocos días llamé a
Conejo. Le pregunté si llevando mi propio chip me prestarían una cámara. Me
dijo: “claro que sí”.
15.04.12
“Hoy es el día, hoy es el día,
hoy es el día”. Eso lo he estado repitiendo desde ayer. “Nada malo va a
pasar, nada malo va a pasar”. Llegué a la cárcel, había una enorme cola en
la entrada. Muchos niños. Eso me dio confianza. Había cambio de guardia.
Tenían otra dinámica para dejar pasar a la gente, por lo visto, una
más complicada. Tuve que esperar como dos horas. Llegué a la revisión. Me
quité la ropa. La chica encargada de la seguridad me preguntó
qué tenía en el bolsillo. Saqué la tarjeta de memoria. Me pidió que la
dejara en la entrada, pero como no me siguió, pasé con mi tarjetica. Al
entrar, sólo miré a Reyes, quien estaba sentado en el banquito de siempre.
Le dije: “Reyes, hoy es el día”. Y me respondió “no, chama, Rafael acaba
de entrar al cuarto con su novia y el Brother recibe una
visita”. “Qué va, Reyes, no me voy de aquí hasta sacar mis fotos. No puedo
seguir en esto”. Llamó desde su celular a Conejo: “brother, aquí está la
periodista, la de las fotos”, y luego dirigiéndose a mí: “chama, vas a
tener que esperar mucho”. “¿Por qué le dijiste que soy periodista, si
sabes que no es así?”. “Chama, aquí todos sabemos desde el día número uno
que tú eres periodista, pero tenemos claro que no quieres hacer nada malo
ya que sólo son fotos en el área de la piscina. Aún no entendemos bien por
qué quieres hacer eso, pero está bien, sabemos que no es para nada
malo”. Pensé entonces: “a estas alturas qué importa lo que soy, si
sigo siendo la misma turista, la misma que se paseó por el Guaire, por el
Humboldt y entre tanta agua turbia he llegado hasta la piscina del Pran”.
Caminamos y nos sentamos en una mesita que estaba en el jardín. Reyes me
contó su historia desde que entró en ese sitio. Tuvo que pagar 5.000 Bs
para hacerse su habitación y, según él, está en la mejor cárcel de este
país. De pronto hizo una pausa y dijo: “chama, el Brother salió de
su habitación”. “Reyes, por favor, hazme el protocolo. Llévame a donde
está. Preséntamelo”, le dije. Reyes se rió. Lo señaló. Fue como ver a Buda
(el doble de gordo a como se veía en las fotos). Se le acercó un
vendedor/mesonero con ostras. Mientras me hablaba se las comía. Me dijo lo
mismo que todos: “sólo puedes tomar fotos en la piscina, lo del NYTimes nos jodió
mucho”. Me insistió en que no podía tomar fotos de armas ni drogas. Le
pregunté si tendría protección ya que me iba a quitar la ropa, porque yo
también saldría en una de las fotos en traje de baño. “Pues claro, no
hay problema”. Mandó a llamar a un preso, que era el que se ganaba la vida
allá adentro como fotógrafo los fines de semana. Pensé: “vaya, ¡un
colega!” Sacó dos cámaras de pocket. Mi chip le
quedó a una. Conejo le dio la orden de que no se separara de mí nunca.
Debía supervisar mis fotos. También le ordenó a Reyes darme una ronda de vez en
cuando. Entramos. ¡POR FIN! Entré a la burbuja soñada. Niños
extasiados de felicidad alrededor de la piscina del club de fines
de semana. Uno que otro preso flotando en el agua. Tal cual como me lo
imaginé cuando pasé en diciembre en el taxi. No lo podía creer. Todo
estaba a mi favor.
Finalmente me pude quitar la
ropa. Me senté a la orilla de la piscina con un loro (la mascota de un
preso). Nadie me dijo nada. Todos me respetaron. Sólo un preso me pasó por
al lado y me dijo: “eres una reina”.
Amada Granado
© Amada Granado
Nota:
Algunos nombres
en este relato fueron cambiados. Este texto se publicó previamente en el blog Backroom Caracas.
La serie Penitenciario se puede ver en la siguiente dirección:
http://cargocollective.com/amadagranado/Penitenciario
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